Uno de esos días que llamé por cabina telefónica en la calle

Imagino que llamé más, ve es supongo que a Esteve y alguno de mis ex novios y rollos más, Miguel también, pero, aunque ahora no pueda ni verlo, me acuerdo de cuando llamé a Víctor.

Era el año 2001,  enero. Sí, a mí me gustaba la estética de la cabina telefónica de la calle, creo que todas de Telefónica, y aunque hoy parece que el terrorismo se las ha cargado, llamar para decir "hola" a alguien y a ver si estaba en casa era muy guay, y hasta un juego de probabilidades matemático. 


En este caso, ya no estaba con el primer nombrado, que se había ido con una con gafas más delgada que yo, de Ibiza. Supongo que los porros les unirían. Yo, estudiosa de Universidad, y, aunque el grupo que frecuentaba no era el mismo de Bachilerato, ni las marchas lo mismo, tenía un posible amigo con el que hablar, reír y flirtear era divertido. Hasta que me plantó dos veces y luego salió con dos ex amistades mías, aunque, ni me molestó, porque la verdad, yo no me enamoré nunca, sólo que tanto flirteo y tonteria para no saber si le gustaba, pues la verdad, me enseñó a no perder más el tiempo en la vida. Sí, en ese 2001, también dejamos de ser super amigos.

Pero ese día, era invierno. Un viernes, creo, quizás un miércoles. Y sí, le llamé a su casa, para ver qué tal estaba, y sí, acerté. Sonó Dido, que estaba de moda y nos encantaba al grupo de la UIB, su primer CD, y sí, pasó un coche, y sonaba. No sé si "Thanks you" o "Here with me", pero sonó por toda la calle, la de la puerta de Cruz Roja, en cuya esquina estaba la cabina. Le dije, emociobada: "¿Lo oyes?", y dijo sí, y celebramos la canción, como cuando saltábamos y bailabamos en el pub los viernes. Y nos reímos, fue una chorrada, pero decesos momentos felices en la vida que no olvidaré, como cuando mi gato vino y me llamó "mamá" una vez, o como cuando firmé la herencia familiar en 2009.

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